Maria T. Luna

MARIA CONCEPCION TORRES DE LUNA

(1935-2021)

Nació en La Piedad, Michoacán el día 15 de junio de 1935. Fue la segunda integrante de la familia, formada por Juan Torres y María Magdalena de Torres. Tuvo tres hermanos: Juan, Manuel y Consuelo, quienes aún viven.

Cuando María tendría 2 ó 3 años, sus padres compraron la hacienda agrícola Santa Ana Pacueco, ubicada en el estado de Guanajuato. Lo hicieron con los recursos que don José había ganado como “bracero” en Arizona, luego de trabajar como rielero en la expansión del ferrocarril del sur de los Estados Unidos. Al principio, la hacienda fue muy productiva y les generó grandes dividendos. Desgraciadamente, con la aparición de los socialistas en la época del presidente Lázaro Cárdenas, las haciendas empezaron a ser expropiadas por el Gobierno mexicano o usurpadas a la fuerza por los socialistas. Ante esta lamentable situación, y temiendo por su vida y la de su familia, el padre de María decidió abandonar la hacienda.

Así fue como, junto a su esposa e hijos, su padre hizo un tortuoso y largo viaje al norte para instalarse en Reynosa, Ahí padecieron muchas limitaciones, debido a la falta de trabajo y oportunidades. Por ello decidió cruzar el río Bravo e instalarse en Santa Rosa, Texas. Pero ahí tampoco le fue bien. Y tras un tiempo de sufrir penurias regresó a Reynosa, en donde se dedicó a la venta de frutas y verduras, negocio que lo sacó de la pobreza. María fue su ayuda importante. En Reynosa, María y sus hermanos fueron creciendo. Y con el correr de los años María estudió enfermería con un médico estadounidense que le enseñó primeros auxilios y los básico de la enfermería. Gracias a sus estudios trabajó como asistente del Dr. Guerra, un médico prestigiado en McAllen.

Hacia finales de los años cincuenta, María conoció a Apolonio Luna mientras iba a su trabajo en un bus. El joven mexicano le sacó plática y al poco tiempo empezó a cortejarla. Se casaron en 1961, cuando ella era ya una mujer de 26 años. El día 11 de septiembre de 1963 trajo al mundo a su primogénito Daniel. Posteriormente, nació Elizabeth, la primera hija del matrimonio Luna Torres. Por esos años la familia tuvo que irse a trabajar a Chicago, a pesar de que Daniel y Elizabeth aún eran unos bebés. En ese lapso nació Leticia, la tercera integrante de la familia.

Luego de una estancia considerable, María y su esposo tuvieron que abandonar Chicago, pues el padre de María había enfermado de muerte. Se vinieron a vivir a Reynosa y al morir su padre, se instalaron en McAllen, en una pequeña casita de renta, ubicada por la calle 23. Para entonces, María había dado a luz a Liliana, la tercera de la familia, a Apolonio, el penúltimo de la dinastía Luna Torres, y a David, el más chico de todos. Gracias al arduo trabajo y a una buena administración, Apolonio y María adquirieron una casa por la calle 6, en donde la familia creció, hasta que algunos hijos se casaron y otro, emigraron a otros estados. A finales de los ochenta, María y su esposo se unieron a la Iglesia Adventista de McAllen Norte, gracias a la obra misionera que hizo el Ptr. Raúl M. Sánchez. Y desde entonces jamás abandonaron la fe, asistiendo siempre a esta iglesia.

El 29 de enero de 2017 murió su esposo Apolonio, su compañero de vida matrimonial por más de 55 años. A pesar de quedar sola, María siguió viviendo con mucho entusiasmo y se sobrepuso a esta pérdida. Gracias al cariño, amor, afecto y cuidado de sus hijos, María pudo vivir unos años más, a pesar del Covid que la atacó en noviembre de 2020 y a la diálisis a que se sometió tres veces por semana, por más de 11 años.

Este jueves 18 de noviembre, al filo de las 9:56 PM, María exhaló su último suspiro. Su cuerpo cansado y dañado no resistió más. Entonces, el Señor, en su infinita sabiduría, se la llevó para liberarla de dolencias y sufrimiento. Indudablemente que María cumplió su misión en la tierra. Dios la usó para traer a este mundo a seis hijos: DANIEL, ELIZABETH, LETICIA, LILIANA, APOLONIO Y DAVID, a quienes cuidó, educó, alimentó y dio la vida por ellos, junto con su esposo Apolonio. Además, deja una gran descendencia de 13 nietos:  DANIEL I, KYZZA, DANIEL II, VASHTI, CHRISTIAN, MARK ANTHONY, JONATHAN, ALEXCIA, ALONDRA, YESENIA, DANIEL III, MOSERRAT y MYRA. Y su descendencia ha crecido al nacer 8 bisnietos, que para ella eran sus “Angeles”.

Hoy María ha muerto, pero no para siempre. Sólo se va a descansar, porque ha cumplido su ciclo de vida. Pero sabemos que cuando Cristo regrese a esta tierra la volveremos a ver para nunca más separarnos de ella. AMEN, QUE ASÍ SEA!!!

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